Una pantalla gigante recibía con mensajes navideños a los pasajeros en la sala de embarque del Aeropuerto Internacional de Toronto.
Los curiosos que no tenían nada mejor que hacer se
acercaban, pasaban su pasaje por un escáner y pronto veían a un Papá
Noel azul (por los colores de la aerolínea) que los llamaba por su
nombre y les preguntaba qué querían para navidad.
Pese a la sorpresa, muchos de los pasajeros le seguían el juego y
pedían lo primero que se les venía a la cabeza. Desde un par de medias,
hasta un televisor LED de 50 pulgadas.
Minutos más tarde, fueron llamados a abordar el avión, cuyo destino
era la ciudad canadiense de Calgary. Entonces el vuelo partió, y todos
se olvidaron de Papá Noel.
Pero en ese momento la magia se estaba produciendo. En el mismo
instante en el que las personas se abrochaban los cinturones de
seguridad, 150 empleados de WestJet que se encontraban en
Calgary recibiendo en vivo los pedidos de sus clientes, salían
despedidos a los centros comerciales para hacer las compras de navidad.
Cuando el avión llegó a destino y los pasajeros salieron, notaron
que, en vez de valijas, las cintas de montaje del aeropuerto
traían cientos de paquetes con sus nombres.
Para los que no entendían aún qué era lo que ocurría, se presentó el Papá Noel azul de la pantalla para desearles una feliz navidad a todos.
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